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Ritual nº7 . Eliminar los azúcares refinados

  • Foto del escritor: Martina White
    Martina White
  • 30 ago 2016
  • 3 Min. de lectura

Hace años ya que, ni puedo recordar desde que momento, tenía el azúcar desterrado de mi dieta, o eso pensaba…. Siempre que me ofrecían algún postre, pastel, tarta, galleta, bombones, etc, solía decir “No gracias, no tomo azúcar” y realmente pensaba que mi ingesta de azúcar era cero al no ingerir este tipo de alimentos. Más adelante, como os voy a explicar, descubrí que estaba equivocada; ¡por supuesto que tomaba azúcar!; era totalmente desconocedora de la cantidad ingente de azúcar “camuflada” existente en los alimentos, que la industria alimentaria nos hacía consumir sin ser conscientes de ello.


Antes de continuar, tengo que hacer un paréntesis para comentar que, sin embargo, edulcorantes tomaba sin control. Desde hace casi dos años tampoco tomo ningún tipo de edulcorante, no añado nada al café o infusiones y por supuesto no tomo ningún producto procesado que contenga edulcorante. Las versiones “edulcoradas” de productos azucarados son igualmente dañinas y tóxicas para la salud.


Pues bien, hace ya unos cuantos meses de casualidad me topé con la película Fedup movie. Está película fue muy reveladora para mí, me hizo comprender muchos aspectos relativos a la alimentación globalizada y, me descubrió una realidad hasta entonces desconocida, o al menos una realidad de la que no era plenamente consciente: ¡estábamos rodeados de azúcar!. El azúcar está presente en prácticamente todos los alimentos que habitualmente consumimos. Azúcar en el pan, azúcar en el tomate, azúcar en los cereales, azúcar en las salsas y aliños, azúcar en los embutidos, azúcar en las sopas, en los snacks, vinagres, frutos secos, azúcar en los zumos, en las conservas, en las cremas de verduras, ¡azúcar dónde se suponía que no había azúcar!.


La visualización de esta película actuó como un interruptor en mi cerebro, y comencé a leer las etiquetas de absolutamente todos los productos que compraba en el supermercado y, comenzar a preguntar, a las empresas alimentarias, sobre la composición de los productos cuya composición no era clara o me suscitaba dudas.


Como consecuencia de estas “amenas” lecturas de etiquetas y tras los intercambios de información recibidos de distintas empresas, a veces más claras, otras veces menos, otras incluso sin respuesta, muchas veces contestaciones verbales en lugar de por escrito, actualmente mi compra tiene muy pocos, por no decir casi ningún alimento envasado. Cocino mi propio pan, ahora hacemos el yogurt en casa, y por supuesto que no consumimos ningún producto envasado, salvo que me asegure de que está libre de azúcares, directos o camuflados.


La forma en que la industria alimentaria tiene de hacernos adictos a sus productos procesados o envasados es a través del azúcar. El azúcar es más adictivo que la cocaína. Hay estudios con ratones adictos a la cocaína que tras ofrecerles una mezcla consistente en agua con azúcar optan por el azúcar, abandonado la cocaína. Quiero dejar claro, en este momento que, tan dañina es el azúcar como cualquier edulcorante artificial, no sustituyo el azúcar por edulcorantes, son igual de nocivos. Los edulcorantes artificiales como el aspartamo, la sacarina, etc son también altamente tóxicos; existen estudios que los consideran alimentos potencialmente cancerígenos. Los edulcorantes producen en nuestro cuerpo aumentos súbitos de insulina que nos hace demandar más ingesta de dulces. Por este motivo, los edulcorantes están relacionados directamente con el aumento de peso y la ganancia de grasas.


Está demostrado que el azúcar es una de las principales causas de los elevados índices de obesidad y diabetes que tenemos en la sociedad actual, además del incremento de las cardiopatías y lo peor de esta situación es que esos cuadros patológicos se están dando en niños y la tendencia es creciente. Actualmente, tenemos niños con enfermedades propias de adultos, como la diabetes tipo 2 o cardiopatías, algo impensable décadas atrás.Los azúcares refinados, de alto índice glucémico, aportan calorías vacías sin ningún otro nutriente.

Elijamos azúcares buenos en nuestra dieta es decir, los azúcares que provienen de las frutas, verduras, azúcares naturales como la miel, el jarabe de arce, sirope de agave (extraido de las hojas y no de la raíz), y el azúcar de coco de bajo índice glucémico, o también la stevia en hojas, no derivados a base de “extracto de stevia” que no dejan de ser edulcorantes a los que por ejemplo les añaden otros azúcares como la dextrosa. Descartemos todos los azúcares malos, los azúcares procesados a partir de caña de azúcar, maíz o remolacha. El peor es el jarabe de maíz de alta fructosa con un IG muy superior al de la glucosa pura y que de forma camuflada lo introducen en mil productos. Desterremos todos los productos con estos azúcares: néctar de ágave, malta de cebada, azúcar de remolacha, azúcar moreno, jarabe o almíbar, caramelo, jarabe de algarroba, jarabe de maíz, jarabe de maíz de alta fructosa, lactosa, dextrano, dextrosa, diastasa, malta diastasa, etilmaltol, dextrosa diastasa, malta diastásica, etilmaltol, fluctosa, glucosa, jarabe de malta, maltodextrina, maltosa, malitol, manitol de azúcar moreno, jarabe refinado, sorbitol o sacarosa.

 
 
 

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Creadora del blog comebebeama y entusiasta de la vida sana, comparto contigo en este blog consejos para llevar una vida más saludable fácilmente, además de recetas sanas, rápidas y sencillas.
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