top of page

Detox Emocional. Mi experiencia Mindfulness.

  • Conchi Soler
  • 5 nov 2016
  • 3 Min. de lectura

Llevaba mucho tiempo escuchando hablar de las bondades del Mindfulness. Y de que esta nueva disciplina, basada en la atención plena, estaba revolucionando el manejo de estrés.


Leí montones de artículos sobre el asunto, me compre libros, vi documentales en Discovery Chanel, rescaté algún programa de Redes (Punset) de Youtube… En fin, una es una friki del funcionamiento del cerebro y del manejo de las emociones, ¡qué le vamos hacer…!. Y en todos los casos, coincidían en que el Mindfulness es una disciplina experiencial, es decir, que hay que vivirla, para saber lo que es. Vamos, como viajar por ejemplo. A ti te pueden contar lo que mola Nueva York, puedes ver fotos, videos…pero hasta que no estás allí, no sabes las sensaciones que produce. Pues esto es lo mismo.


Tengo que decir, que dado mi afán por intentar defender siempre la Psicología como Ciencia, esto, así a priori, me resultaba demasiado místico. Pero como en esta vida hay que probar de todo (lo que se pueda probar) decidí apuntarme a un curso y vivirlo en mis propias carnes.


Lo primero que me sorprendió, es que el curso en el que me apunté, lo imparte la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense. Vamos bien – pensé- . Que no lo imparta un chiringuito de monjes budistas, me gusta… Así que, con todos estos antecedentes, empecé mi formación en el mes de octubre.


Empezaron hablándonos del estrés a nivel cerebral. Y mostrándonos resultados de estudios que revelaban cambios en la morfología del cerebro (en concreto de la amígdala) después de la práctica de Mindfulness en grupos de personas con estrés postraumático. La amígdala, es esa parte del cerebro que se encarga de la activación de los neurotransmisores (como la adrenalina o dopamina) que provocan respuesta ante el estrés. Pues bien, la amígdala, como ocurre en cualquier parte de nuestro cuerpo, cuando se sobrestimulaba trabajándola a través del Mindfulness se hacía más grande. Ocurre lo mismo con un bíceps, por ejemplo. Cuando lo trabajas, se agranda.



Así que después de estos hechos tan reveladores, empezamos a practicar… Y aunque hay varios ejercicios, practicar consiste en descalzarte, ponerte ropa cómoda, cerrar los ojos, tumbarte en una colchoneta y empezar a seguir las instrucciones del profe indicándote que vayas centrando tu atención en las diferentes partes de tu cuerpo y en tu respiración.


Y ahí viene mi gran descubrimiento. Lejos de parecer esto una práctica en la que te puedas quedar dormido, tenía que hacer un sobreesfuerzo por concentrarme en seguir las indicaciones que me iban dando. Y entonces empecé a escuchar a mi cuerpo y a mi cabeza…


Me di cuenta, de que al mismo tiempo que estaba intentado seguir el ejercicio, estaba pensando en qué iba a hacer cuando saliera del curso, las tareas pendientes que tenía en el trabajo, en que estarían haciendo mis hijos, repasaba mentalmente las cosas que había hecho hasta ese momento el día, e incluso no sé por qué empezaron a venirme a la cabeza recuerdos del pasado. ¿ Veis ahora por qué mes estaba suponiendo un esfuerzo grandísimo seguir el ejercicio y concentrarme solo en él?.


Pues eso le pasa a nuestra cabeza constantemente. Que al mismo tiempo que estamos realizando una tarea, mentalmente estamos en otras mil cosas a la vez: pensando en el regalo que tenemos que comprar, en la whatsApp que tenemos que mandar, en el email que tenemos que atender,en el plan del fin de semana, en por qué te habrán dado esta u otra contestación. Y todo esto, además de que crea interferencias en lo que estamos haciendo, no nos permite disfrutar plenamente de las cosas. Porque no vivimos cada instante con plena consciencia. Y hacerlo, requiere entrenamiento. Entrenamiento para controlar que nuestros pensamientos no invadan el momento.


Así que desde octubre entreno mi atención, no solamente con los ejercicios que nos indican en el curso que suponen meditar una hora al día, sino en mi vida cotidiana.

Uno de mis momentos preferidos es cuando duermo a los niños. Y pongo la mano en su barriguita para sentir su respiración… Eso es la felicidad.


Así qué en el detox emocional de esta semana, os animo a que investiguéis un poquito sobre el Mindfulness, que empecéis a practicar vuestra atención plena y que empecéis a valorar los buenos momentos de la vida y a vivirlos con plena intensidad.


¡Buen fin de semana detox!










 
 
 

Comments


Blog

Creadora del blog comebebeama y entusiasta de la vida sana, comparto contigo en este blog consejos para llevar una vida más saludable fácilmente, además de recetas sanas, rápidas y sencillas.
Maite Calleja, the real food
Tag cloud
bottom of page